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¿Pueden los niños atravesar un duelo?


Rotundamente SÍ. El duelo es el proceso emocional que atraviesa una persona tras sufrir algún tipo de pérdida. Involucra una serie de reacciones físicas, emocionales, cognitivas y conductuales. Hoy queremos tratar algunos temas que suscitan dudas a la hora de abordar algo tan delicado y sentido con menores.

Lo primero que debemos saber es que hay que tener en cuenta que:

  • Los niños se dan cuenta de los cambios que se dan a su alrededor tras una pérdida y son conscientes de la muerte de las personas importantes para ellos.

  • Todos los niños y adolescentes atraviesan el duelo tras la pérdida de un ser querido.

  • El duelo en los niños va a tener unas características que difieren del duelo en los adultos.

  • Las experiencias de pérdida y los procesos de duelo afectan más a los niños que a los adultos, ya que, se dan en un ser todavía en formación, cuyas defensas, capacidades cognitivas, soporte emocional y estrategias de enfrentamiento están todavía en desarrollo.

  • Es de vital importancia el entorno y la capacidad de apoyo y recursos que éste pueda ofrecer: comprender, contener y acompañar a los niños en duelo es esencial para que la vivencia de la muerte no les deje vulnerables y les perjudique en su desarrollo.

Las respuestas de los niños ante un proceso de duelo van a estar condicionadas por su edad:

De 3 a 6 años

  • Perplejidad y confusión.

  • Regresión: vuelves a comportamientos propios de edades anteriores.

  • Ambivalencia: Combinan fases de preguntas y expresión emocional con otras de silencio.

  • Irritabilidad

  • Miedo a ser abandonados.

  • Vínculos afectivos con personas que se parezcan al fallecido.

De 6 a 9 años

  • Negación de lo ocurrido.

  • Idealización de la persona fallecida.

  • Culpabilidad

  • Miedo y vulnerabilidad.

  • Asunción del papel del fallecido, como el cuidado de hermanos pequeños.

Adolescentes

  • Más parecido a los adultos.

  • Les puede costar mostrar sus emociones.

  • Pueden mostrarse indiferentes.

  • Muchos postergan enfrentarse con la realidad.

  • Pueden darse cambios en el comportamiento: aislamiento, agresividad, culpabilidad, conflictos…

Otra de las cuestiones relevantes es cómo comunicar a un niño la pérdida de un ser querido. Para ello daremos algunas claves:

  • La noticia debe ser trasmitida cuanto antes y por medio de una persona cerca y querida (preferiblemente en un sitio tranquilo sin interrupciones)

  • Debemos involucrar a la escuela en la noticia, ya que, como hemos dicho el apoyo del entorno es muy importante.

  • Adaptar la información a la edad de cada niño. Es importante decir siempre la verdad y explicar la muerte en términos reales.

  • Dejar que pregunte y se exprese es fundamental.

  • Debemos asegurarnos de que el niño no se responsabiliza por la muerte o por nada sucedido antes de ella (discusiones, malos comportamientos…)

  • Es fundamental que se sientan seguros y protegidos.

  • Explicarles que la muerte no significa que olvidemos a la persona fallecida puede ser de gran ayuda, compartir recuerdos, historias, fotos suele ser recomendable.

La mayoría de los niños superan el duelo sin grandes complicaciones, elaborando la pérdida de manera adecuada con el apoyo de su ambiente familiar, escuela y grupo social.

Sin embargo, existen unos indicadores de riesgo que si se mantienen en el tiempo nos van a hacer pensar que el menor requiere de una intervención psicológica especializada.

Indicadores de riesgo:

  • Intensas reacciones emocionales (permanencia de rabietas, llantos, insociabilidad etc. después de un tiempo de la pérdida).

  • No lograr establecer nuevos vínculos afectivos (enojo, desprecio, rechazo .. hacia otras personas de la familia que quieren cuidarle).

  • Permanencia de comportamientos inferiores a su etapa de desarrollo.

  • Trastornos en la alimentación.

  • Sentimientos de culpa muy aferrados.

  • Problemas para conciliar el sueño.

  • Dolores crónicos.

  • Bajo rendimiento escolar.

  • Excesivo miedo nocturno.

  • Mala conducta en casa.

  • Empeoramiento en sus relaciones con sus compañeros o amigos.

  • Insistencia por querer irse con la persona fallecida.

  • Excesivo miedo a que algún otro miembro de la familia pueda volver a abandonarle.

  • Pensamientos de suicidio.

Por otro lado, es importante que el menor tenga un pilar donde apoyarse. En caso de que su figura de apego más cercana esté atravesando un duelo complicado o no superado, difícilmente ellos podrán ellos superarlo con normalidad. Por ello, es importarte pedir ayuda a otros familiares o amigos.

Si tienes más dudas en eidem podemos ayudarte.

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