Cuantas veces sentimos insatisfacción, una opresión en la boca del estómago que me dice que algo no va bien o desgana para hacer las cosas…
¿Nos hemos preguntado alguna vez si somos felices? Esto puede ser síntoma de que no lo somos. Pero ¿Tenemos derecho a ser felices? La respuesta es sí. Es un derecho de nacimiento y podemos aprender a ser feliz.
Nadie nos dijo que el propósito de la vida es ser feliz y pensamos que necesitamos una autorización para serlo. Si nos metemos en las redes sociales sólo vemos fotos de amistades viajando, comiendo en restaurantes, celebrando eventos o mostrando su nueva adquisición. Y nos parece que nuestra vida es demasiado monótona y común como para poder ser feliz con ella.
Muchas frases que hemos escuchado desde niños se nos han grabado a fuego: “saca buenas notas y serás feliz, ten unos estudios y serás feliz, busca una pareja estable y serás feliz, ten hijos y serás feliz”.
¿Y si fuera la revés? “Sé feliz y conseguirás aprobar, sé feliz y conseguirás un trabajo, sé feliz y serás buena madre, sé feliz y conseguirás lo que quieras”.
La mayoría de las veces ponemos por delante dónde queremos llegar o lo que queremos conseguir y por detrás a nosotros mismos y el camino que recorremos para llegar.
Tenemos la idea de que la felicidad es algo que está fuera de nosotros y que por lo tanto es incontrolable. Y si es incontrolable no podemos hacer nada para cambiarlo. Esto genera impotencia y frustración.
Le hemos dado el poder al título, a la pareja, al piso, al trabajo. Pero esto sólo puede darnos una felicidad ficticia y poco duradera.
La verdadera felicidad es la que se sustenta en nosotros mismos, que no depende de algo externo sino de mí y por lo tanto yo puedo controlar y modificar. No depende de lo que tienes ni de a quien tienes sino de quien soy.
Es recordar lo que ya sabes y has olvidado, tus fortalezas, tus recursos.
Esto es un proceso que se va construyendo a medida que vamos adquiriendo experiencias y generamos confianza en nosotros mismos. Pero no siempre se consigue porque no nos educan para ello. Y lo que aprendemos de la sociedad y de los medios de comunicación normalmente va en contra de esto.
Cuando perdemos las referencias, nuestras propias referencias, es el momento de buscar ayuda y apoyos que nos hagan reconducir nuestro camino. En eidem podemos ayudarte.
No te olvides de ser feliz.