¿Cuántas veces nos hemos hecho esta pregunta? Muchas personas piensan que una vez que somos adultos y hemos conformado nuestra personalidad seguiremos siendo así toda la vida. Y esta es una frase que nos encontramos muy habitualmente en consulta.
Pero, ¿realmente es así?
A lo largo de la historia del ser humano ha habido muchos momentos en los que las personas han tenido que adaptarse a los cambios climáticos, sociales-culturales, tecnológicos, etc y eso ha sido posible gracias a la adaptación. La adaptación es una característica de muchos seres vivos que le permite a la especie sobrevivir. Y esa cualidad también la tiene el ser humano, aunque a veces esté un poco olvidada.
¿Por qué entonces me parece difícil el cambio?
Todo cambio supone un esfuerzo porque hay que buscar otras formulas que al ser nuevas nos hacen sentirnos inseguros. Es más fácil echar mano de lo conocido aunque no me sea de mucha utilizad. Supone salir de la situación conocida que aparentemente nos da seguridad por poco útil que sea.
Idea irracional
Además, solemos tener ideas irracionales que son frases que tenemos grabadas a fuego y aprendidas a veces desde pequeños. Irracionales porque no son lógicas ni reales pero nos las creemos a pies juntillas.
Frases como: “Mi infancia siempre me influirá, soy incapaz de cambiar mi modo de pensar, el cambio NO es algo natural o las personas no pueden cambiar”, son las que están detrás de estas ideas irracionales: “somos como somos por lo que no puedo cambiar” o “mi historia pasada me va a afectar toda la vida”.
El pensar así nos genera la emoción de falta de control, pues no puedo hacer nada para cambiar, y de abatimiento. Y esto sí que nos condiciona negativamente.
¿Qué podemos hacer?
Lo primero es tomar conciencia de que tengo esa idea y que me perjudica a la hora de resolver situaciones.
Buscar en nuestra experiencia otras veces que he hecho las cosas de forma distinta a la habitual para saber que el cambio es posible.
Definir cuál sería la formula deseable o el cambio de actitud recomendable.
Ponernos manos a la obra y practicar, aún sabiendo que no lo conseguiremos a la perfección a la primera. Darnos un tiempo de aprendizaje.
Valorar los avances que vayamos haciendo aunque sean pequeños.
Y pedir ayuda si vemos que por nosotros mismos no podemos.
Como decía Alvin Toffler: “Los analfabetos del siglo XXI no serán aquellos que no saben leer y escribir, sino aquellos que no puedan aprender, desaprender y volver a aprender”
Eidem. Generando bienestar