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¿Tengo que llevar a mi hijo al psicólogo?


Artículo Psicólogos en Guadalajara

La prevención en salud mental es necesaria para tener una población sana y que goce de bienestar. Lo primero que queremos desmitificar es que al psicólogo solo se va ante una patología mental grave o un trauma psicológico ¡Los tiempos han cambiado!


En nuestras consultas recibimos muchas demandas en el ámbito infantojuvenil donde tratamos temas como: problemas de conducta, déficits de autoestima, pocas habilidades sociales, ansiedad infantil o dificultades en el ámbito escolar entre otros.


Como bien sabemos, no hay un manual para ser padres, y por ende, es difícil saber, si no somos un profesional, si lo que le ocurre a nuestro hijo es una etapa propia del desarrollo o un problema mayor.


Por este motivo, es importante consultar a un especialista si notamos cambios o conductas en nuestro hijo que nos preocupan y no sabemos cómo abordarlos.


Es necesario saber que los niños también se preocupan, se agobian, temen, sienten tristeza…igual que los adultos. Pero con la dificultad añadida de que no tienen el bagaje experiencial con el que cuenta un adulto para resolver sus conflictos, y que su identificación, reconocimiento y expresión emocional está aún en desarrollo, por lo que, les será más difícil pedir ayuda.


Dependiendo de la edad del menor los mismos síntomas pueden ser normativos o preocupantes. Podemos nombrar algunas de las señales de alarma por las que sería recomendable acudir a un psicólogo.


- Si observamos que el nivel de desarrollo de nuestro hijo está por debajo del adecuado para su edad, se ha estancado, o aprecian: dificultades en el habla, psicomotricidad entorpecida, problemas de lenguaje, no haber adquirido un control de los esfínteres, étc.

- Cambios bruscos en su rendimiento escolar o una baja motivación hacia lo académico a edades tempranas.

- Dificultades para relacionarse con otros niños o con adultos de su círculo social, extremada timidez, rechazo a quedarse con otros familiares diferentes a los padres.

- Apatía, desintereses por actividades que antes realizaba.

- Cambios de humor bruscos. Excesiva tristeza, ataques de llanto o ira, rabietas muy frecuentes.

- Problemas de conducta: Conductas agresivas, desafiantes o delictivas.

- Dificultad para obedecer órdenes, seguir instrucciones, excesiva inquietud o impulsividad…

- Miedos o fobias que estén interfiriendo en su vida ordinaria.


Si identificas alguno de estos indicadores o te surgen dudas de cualquier otro tipo en Eidem podemos asesorarte y ayudarte.


¡Consúltanos!

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