top of page

Por qué estoy a la defensiva e irritable


Muchas consultas son relativas a la sensación continua de estar enfadados y con mucha irritabilidad. Es la sensación de estar en continua guerra y buscar el enfrentamiento a la mínima de cambio.

¿Por qué me pasa?

Sentimos enfado cuando la realidad que tenemos no es la que nos gustaría y no la aceptamos. Eso nos carga la batería de la ira.

Cuando se nos dispara y explotamos, sentimos aparente alivio. Luego aparecen los sentimientos de culpa que pueden causarnos aún mayor malestar y por supuesto las represalias del entorno.

Tiene que ver con la capacidad que tiene la persona de enfrentar la frustración, la tolerancia y la aceptación. Y por supuesto el control de la impulsividad.

Cuando tenemos baja autoestima somos muy críticos con nosotros mismos y a veces pensamos que los demás opinan igual. Eso hace que en las conversaciones sintamos que los demás nos están juzgando y nos predispone a ponernos a la defensiva o el ataque.

¿Qué lo desencadena?

Pueden ser varias las causas que nos llevan a ese estado de irritación continuo. Mencionemos alguna de ellas.

- Cómo interpretamos. Estamos continuamente pensando sobre lo que nos ocurre, interpretando las situaciones que nos pasan, por lo que nuestro diálogo interno no para. En función de cómo pensemos, afrontaremos lo que nos ocurre: de forma colaboradora o como una confrontación.

  • Si mis interpretaciones son del tipo: lo hace por fastidiarme, no me tiene en cuenta, siempre es igual, debería…, tengo que quedar por encima; nos sentiremos atacados y nos pondremos a la defensiva o atacaremos

  • Si interpreto: puede haber distintas formas de verlo, igual tiene otra explicación, voy a preguntar para asegurarme, podemos entendernos...; mi actitud será más colaborativa y podremos llega a acuerdos.

- Qué actitud tomo para resolver las situaciones también determina mi acumulación de enfado:

  • Si suelo evitar entrar en conflicto y no resuelvo las situaciones, se me queda un ruido interno de malestar y frustración que va incrementando el enfado, llegando un momento en el que explotamos y sale toda esa ira que he acumulado. La evitación no resuelve, tan sólo aplaza el problema.

  • Si en cambio enfrento la situación, indago y facilito las explicaciones, conseguimos resolver el conflicto o por lo menos diremos lo que pensamos. No nos quedaremos con el malestar de: debería haber dicho o tendría que haber preguntado.

¿Cómo me afecta?

Ni el quedarnos con cosas guardadas, sin resolver, evita el malestar que nos genera la situación, ni el explotar sin filtros y decir todo lo que se me pasa por la cabeza. Al contrario, ambas respuestas avivan la llama de la ira y el rencor y parece que estamos deseosos de una nueva confrontación en la que la otra persona pase por lo que nosotros estamos pasando.

Esto puede generarnos muchos más problemas y quedar en evidencia ante los demás. Y no olvidemos lo destructivo que podemos ser con nosotros mismos cuando aparece la culpa, el enfado con nosotros por no haber reaccionado mejor y la sensación de fracaso o incomprensión.

Es tal la alteración que nos produce y la energía que gastamos en estos pensamientos repetitivos que deterioran nuestro estado de bienestar. Si esto se mantiene en el tiempo pueden causarnos problemas laborales, familiares, trastornos físicos, afectar a nuestra autoestima e incluso desear desaparecer para no tener que enfrentarme a lo que siento.

¿Qué puedo hacer?

- Párate y analiza de forma neutra qué ha pasado, controla tus interpretaciones.

- Identifica por qué estás molesto.

- Controla tus emociones, eso no significa reprimirlas. Todo lo contrario, ponles nombre para poder gestionarlas.

- No te quedes sólo con lo que tú piensas. Cada persona tiene su versión. Si tienes dudas, pregunta.

- Sé tolerante. No hay una forma única de ver las cuestiones.

- No te tomes las cosas a nivel personal, si no, te sentirás continuamente atacado.

- Controla tus expectativas y el nivel de exigencia. Cada persona tiene su propio proceso interno y acepta que las cosas a veces no son como queremos.

- No evites las situaciones, dialoga e intenta resolverlas.

- La actitud colaboradora y el diálogo acerca a las personas y genera entendimiento.

- Cuida tu autoestima y controla tus miedos.

- Para que te respeten tienes que respetar. Trabaja el asertividad y la comunicación.

- Practica la honestidad. Reconocer los errores desde la responsabilidad genera respeto.

- Las relaciones personales no son un ganar o perder. En un buen acuerdo ambas partes tienen que ceder para poder ganar.

Si tienes enfados constantes, una actitud de enfrentamiento que te lleva a tener peleas y discusiones continuas. Si te sientes culpable después por tus reacciones o sientes que cada vez te alejas más de las personas, puedes necesitar ayuda profesional. En eidem podemos ayudarte.

bottom of page